Decidí regalarme tiempo, ¡vaya, nunca me había sentido más liberada de la culpa por no hacer lo que “debería” hacer profesionalmente!, y es que nosotros mismos nos hemos impuesto esa auto exigencia del posteo diario haciéndonos esclavos de la tecnología y las redes sociales. Postear diario no significa oprimir un botón de “publicar”, es gastar energía para pensar el contenido, mantenernos al tanto del tiempo ideal del posteo , estar al pendiente de quién te escribe para poderle responder. Podría decir que hasta llegamos a descuidar nuestra verdadera profesión por tratar de estar presentes en todos las redes, (que por cierto a LinkedIn la tenía abandonada).
Es verdad, “quien no se ve, no existe”, sin embargo… ¿te das el tiempo de existir en tu vida?, me refiero a prestar realmente atención a lo que estas viviendo, con quién estás y en dónde te encuentras.
Dicen que “prestar atención es el mejor regalo que le puedes dar a alguien”, y no puedo estar más de acuerdo con esa frase, de hecho, me la repito constantemente cuando tengo a mi hija o a mi esposo hablándome, soy consciente de que tengo el teléfono en la mano sosteniéndolo tentativamente y me niego con toda mi voluntad a mirarlo, debo decir que cuesta mucho trabajo pero lo logro (la mayoría de las veces) 😀
Si, me liberé de la culpa unas semanas y lo volveré a hacer cuando sea necesario.
Vivir cumpliendo expectativas sociales no es vivir, prestarle más atención a las redes sociales que a nuestra propia familia no es lo más acertado.
Aprendamos a darnos estos regalos tan preciados que no regresan, darnos tiempo y atención dejando la culpa a un lado, dedicarles tiempo de calidad a las personas que amamos.
Las redes sociales son importantes para darnos a conocer, pero si te estresas y tu propia familia no te conoce, no vale la pena dedicarles tanto tiempo, ¿no crees?